sábado, 7 de noviembre de 2009

WABBBLA: REFLEXIONES III

SOBRE LA FELICIDAD Y CÓMO LOGRARLA (MANUAL PRÁCTICO)

Por la mañana te despiertas pronto, más temprano de lo que a tu cuerpo le gustaría. Cuando ya estás en este mundo empiezas a pensar en fu futuro inmediato: tienes que darte prisa porque no vas a llegar a tiempo al trabajo, además debes antes hacer un montón de cosas. Si tienes hijos seguramente debes llevarlos al colegio antes de llegar a tu trabajo. El día es gris y oscuro. Te das cuenta de que estás malhumorado y fácilmente puedes llegar a estar auténticamente enfadada. Sales a la calle y coges el servicio de transporte, o te subes a tu coche y te diriges a tu trabajo. Por el camino, deprisa deprisa, no reparas en la gente que te rodea, de hecho no miras a nada ni a nadie, sólo vas con los ojos abiertos y, en función de cómo estés en tu trabajo, vas evolucionando con un nivel de estrés bajo, medio, alto, muy alto o extremo. Posiblemente no repares ni en tu seguridad ni en la de aquellos que, como tú, también se dirigen a su puesto de trabajo, por ello es posible que circules más rápido de lo que es aconsejable, también es posible que puesto que no miras a nada ni a nadie, te acerques peligrosamente al vehículo que te precede en un vano intento de llegar antes. Como ya has pasado por ahí cientos de veces no prestas atención al pájaro que está posado ante ti, o al peatón que intenta cruzar pero se detiene para que no lo atropelles. Tampoco intentas contaminar menos circulando a menor velocidad porque no te importa ya que de momento puedes permitirte invertir un 15% de tu salario en combustible para tu vehículo. Es posible incluso que por el camino des una lección a algún indivíduo que “se pasa de la ralla” y que, como tú, también se dirige a su trabajo: le adelantas y bloqueas su salida para que aprenda a respetarte, obligándole a frenar para que no se coma al vehículo que lleva delante; entonces tú esbozas media sonrisa y aceleras triunfal durante 300 metros hasta que vuelves a encontrarte con otro imbécil que no va a la velocidad suficiente, y te acercas mucho para ver si espabila. Cuando llegas por fin a tu trabajo hablas con gente con quien no quieres hablar, soportas presiones de tus superiores siempre injustas porque tú lo harías mejor sola, además cada varios días te equivocas mucho en algo y recibes una bronca que hace que se dispare tu tensión pero todo está justificado, hay que aguantar porque necesitas el dinero cada mes. Seguramente, como trabajas ocho horas o más te quedas a comer en tu centro de trabajo, no te gusta y además te cuesta más dinero que si comieses en casa pero por no gastar combustible no vas. O a lo peor te llevas la comida en una fiambrera y comes en una sala que tu centro de trabajo ha habilitado con mayor o menor fortuna para tal fin. Comes con personas que no te caen demasiado bien, o a lo mejor intentas acercarte a aquéllas que mejor vibran contigo. Como no tienes demasiado tiempo no te quitas los zapatos, ni te echas un rato en tu sillón preferido, no descansas estirando la espalda porque no puedes hacerlo. Vuelves a trabajar deseando que ya sea hora de salir, fundes internet explorer, el MSN y estás harto de pasear por la web porque el tiempo parece haberse parado. Deseas que nadie te vea, que nadie se acerque a tu mesa, te escondes detrás de tu monitor e intentas siempre tener frente a tí la puerta y tras de tí una pared para que nadie vea qué estas viendo en la pantalla. Deseas que no suene el teléfono y que nadie te llame por la línea interna encargándote más trabajo o alguna reunión. No quieres que te llame ningún proveedor o cliente y tampoco te apetece que en los últimos 25 minutos surja ningún problema gordo con algo en lo que tú estás implicada. Eres maestro en prolongar tus tiempos de trabajo de manera que algo que puedes resolver en 45 minutos puede ocuparte fácilmente una o incluso dos jornadas completas, nadie más lo sabe. Estás harta de no poder tirarte pedos porque compartes espacio con una, dos, tres, cuatro o más personas que realmente están igual de hartas que tú. Cuando por fin es la hora de salir lo haces con una extraña ilusión, huyes rápidamente de tu trabajo, montas en tu vehículo y desandas el camino que pocas horas antes has andado, puede que te cruces con las mismas personas que siempre te cruzas pero que no conoces y nunca conocerás, pasas por los mismos lugares pero ahora son diferentes porque ya es de noche, sabes perfectamente dónde y cuánto va a durar el atasco porque siempre te ocurre lo mismo. Puede que en la intimidad de tu vehículo por fin consigas estirar un poco tu espalda, tirarte los pedos que antes te has guardado y fumarte varios cigarros porque te da la gana. Te das cuenta de que estás cansado, muy cansado, y lo que es peor estás triste, odias a demasiadas personas y hoy no has tenido un buen día. Antes de llegar a casa puede que tengas que ir a algún otro lugar, a recoger algo o a hacer algo para ti que no has podido hacer porque has estado todo el día trabajando. También es posible que vayas a “desengrasarte” un poco a un gimnasio para quemar adrenalina, o a jugar a algún deporte explosivo para lo mismo. También puede ocurrir que hayas quedado en el bar de siempre para tomarte unas copas y olvidar el duro día. Cuando llegas a casa entonces si que ya estás para tirar, sólo tienes ganas de comer algo, si te lo preparan mejor, y ver un poco la televisión hasta quedarte completamente zombie en el sofá y arrastrarte hasta la cama. No tienes ganas de hacer el amor con tu pareja, eso lo reservas para el sábado por la noche, para el viernes o para el domingo, que no trabajas. Te duermes, es lunes y estás desolada porque todavía quedan demasiados días para el fin de semana. Tu cuenta bancaria el día 7 tiene un saldo de 122 euros y te viene un pago de la hipoteca de 540, menos mal que tienes la VISA y podrás cubrirlo sin que lo devuelvan aunque te cobren una comisión desorbitada al sacar el dinero a crédito de un cajero, cuando llegue la paga extraordinaria te pondrás al día.

Suena el despertador y te tiras de cabeza a la ducha, es martes, Por la mañana te despiertas pronto, más temprano de lo que a tu cuerpo le gustaría. Cuando ya estás en este mundo empiezas a pensar en fu futuro inmediato: tienes que darte prisa porque no vas a llegar a tiempo al trabajo, además debes antes hacer un montón de cosas. Si tienes hijos seguramente debes llevarlos al colegio antes de llegar a tu trabajo. El día es gris y oscuro. Te das cuenta de que estás malhumorado y fácilmente puedes llegar a estar auténticamente enfadada. Sales a la calle y coges el servicio de transporte, o te subes a tu coche y te diriges a tu trabajo. Por el camino, deprisa deprisa, no reparas en la gente que te rodea, de hecho no miras a nada ni a nadie, sólo vas con los ojos abiertos y, en función de cómo estés en tu trabajo, vas evolucionando con un nivel de estrés bajo, medio, alto, muy alto o extremo. Posiblemente no repares ni en tu seguridad ni en la de aquellos que, como tú, también se dirigen a su puesto de trabajo…

¿Sorprendido? ¿Sorprendida? ¿De qué? ¿De que te parezca un relato tan acertado? ¿De que haya dado en el clavo tantas veces seguidas? ¿De que sea un reflejo bastante acertado de un día de tu vida gris?. No es magia, a poco que uno se ponga a pensar consigue hilar lo que la gran mayoría vive día tras día, eso si, cada cual tiene sus matices.

¿No te gusta tu realidad tal como te la imponen? CAMBIALA.

Cambia todo aquello que no te haga feliz. Si tu trabajo te consume busca un trabajo que te haga feliz. Cámbialo todo, si te das cuenta que tu relación de pareja es triste y no tiene solución, no prolongues la agonía, cambia. Si odias vivir en el lugar donde vives vete a vivir a otro lugar que te guste.

¿Que no puedes hacerlo? SI QUE PUEDES, lo que ocurre es que tienes miedo. MIEDO, MIEDO, MIEEEEEEDOOOOOO. Piénsalo y verás como te da miedo.

La única solución es armarse de valor y dar el paso. Es muy difícil porque el miedo nos lo ponen dentro desde pequeños, pero te aseguro que cuando has saltado la valla y ya estás al otro lado te das cuenta que ha sido más fácil de lo que pensabas porque, entre otras cosas, ahora eres la persona más feliz del universo y lo ves todo de color rosa.

Si, si, no puedes hacerlo porque necesitas el dinero, ya lo sé. Párate a pensar y analiza para qué necesitas tanto dinero. Párate a pensar y analiza cuántas cosas tienes que no utilizas casi y que realmente lo único que hacen es aliviarte la profunda amargura que te produce tener un día que no deseas tras otro. Párate y piensa en lo que comes, en cuánta basura podrías dejar de comer. Piensa en cuántas marcas determinadas necesitas comprar para “dar buena imagen” y después piensa lo barata que sería la misma camisa de marca “la pera”, que además te abrigaría igual. Piensa en todo aquello que podrías eliminar de tu vida sin que ésta cambie en lo esencial y piensa en el dinero que no tendrías que gastar, en los plazos de préstamo que no tendrías que pagar, y luego piensa que realmente, posiblemente, en muy poco margen de error, podrías vivir con la mitad de dinero del que actualmente te pagan, o incluso menos, siendo igual o incluso muuuucho más feliz. Con el tiempo te darás cuenta que podrás hacer prácticamente lo mismo.

Cuando hayas pensado todo esto y llegues a la conclusión de que es muy bonito decirlo, pero otra cosa diferente es hacerlo… entonces y sólo entonces estarás frente a la mismísima puerta de tu libertad.

Sólo te quedará HACERLO. Hazlo, atrévete, verás que no es difícil. Las cosas cambiarán sólo si tú te atreves a cambiar. Y si lo haces estarás viviendo en plena armonía con tu corazón, serás feliz, te mirarás en el espejo y llorarás de alegría al verte tan radiante... tu luz eres tú, tu felicidad eres tú, tu equilibrio eres tú, tu salud eres tú. Todo lo otro que dia a dia sufres es lo que otros quieren hacer de tí, y no es bueno para tí porque no te hace feliz.

Con todo mi amor hacia tí, Wabbbla. Noviembre de 2009

In lake ´ch (Yo soy otro tú)


_

No hay comentarios: